Para los profesionales de la Psicología y la Psiquiatría, hay "animales" de laboratorio que nunca dejan de proporcionarles nuevas y variadas fuentes de estudio. Criminales, asesinos, déspotas y...políticos. En éstos últimos se condensan todas las "virtudes" de los anteriormente mencionados, puesto que no es necesario empuñar un arma para matar, basta con imponer un real decreto y enviar soldados a Irak o implantar una serie de medidas políticas y económicas que llenen los bolsillos de los amiguetes y hundan a la sociedad en la miseria. A éste grupo exclusivo de "salvapatrias", pertenecen individuos como José María Aznar, quien con su exacerbado complejo de Narciso, -el mismo que únicamente se centraba en admirar su belleza y apostura en cualquier fuente o río que se encontrase en el camino- solamente tiene palabras para sí mismo, para alabarse sin límites a la menor oportunidad que se le presenta en forma de micrófono o de entrevista, ya sea televisiva o algún diario de tirada nacional.
Además, no contento con haber hundido a España con sus medidas económicas -secundadas por el PSOE-desde su dorado retiro con millonaria pensión a cargo de los presupuestos del estado y su itinerante recorrido por el mundo, donde inexplicablemente hay Universidades y colectivos que pagan por escucharle hablar en su inglés de impostado acento tejano, se ha propuesto invadir el espacio literario con sus "memorias", en las que de forma patética y narcisista, narra sus aventuras al frente del gobierno, endosándose el papel de héroe, de salvador de la patria, de figura fundamental y necesaria para liderar al mundo libre contra las tiranías islamistas. A nadie con dos dedos de frente, le pasa desapercibido el hecho de que Aznar solamente era el perrillo faldero que movía el rabo, ante las caricias de Bush y la sonrisa divertida de Blair, en la famosa reunión de las Azores.
Con sus memorias, Aznar reivindica su "legado" político, sus formas de trabajar por España y los españoles, con el tono cansino de quien se cree fundamental, indiscutible e imprescindible figura de calado e importancia. Éste paradigmático sujeto de estudio psicológico, se regodea en su mitomanía y endiosamiento, jaleado por la peña pepera que acude en masa a la presentación de sus infames libros, como si de la pedrea se tratara. Pero lo más inexplicable, es que periodistas de mediana objetividad como Lucía Méndez columnista de El Mundo, lo alaben sin medida y lo reconozcan como el líder honesto y dolorido por la situación de las víctimas de ETA o la crisis económica. Sin duda, se trata de un estómago agradecido por los privilegios concedidos. Y por si no bastara con soportar la visión de Aznar hasta en la sopa con sus memorias, otro ex presidente, Felipe González, también se apunta al tema de los libros y publica sus propias memorias. Lo dicho, los psicólogos y psiquiatras están de plácemes, ante la invasión de "narcisos" con ínfulas de literatos heroicos.