LOS NACIONALISMOS MIMADOS
El entreguismo solapado de los dos gobiernos socialistas de Zapatero, para con los partidos nacionalistas de la escena española culmina ahora, con un cruce de brazos y un mirar hacia otro lado ante la inminente reaparición de los etarras en una cita electoral. No satisfecho con los desmanes del BNG de Anxo Quintana durante la nefasta gestión del socialista Pérez Touriño en Galicia, ni con las estridencias y abusos de de ERC con su bufonesco Carod Rovira enquistado en el gobierno del Tripartito catalán, ahora el gobierno zapaterista apuesta por permitir bajo cuerda, la legalización de una agrupación política que representa los intereses de los terroristas vascos. La presentación hace unos días del nuevo partido, SORTU, con el que pretenden montar la escenografía de un cambio real, democrático y dentro del marco del derecho, no engaña a nadie que tenga dos dedos de frente. La presencia en primer plano de los históricos de Batasuna, como Iñigo Iruin y Rufino Etxebarría, quienes tomaron la palabra y presentaron los estatutos del partido, no hace sino confirmar lo que todos los ciudadanos de éste país saben, con excepción del gobierno y sus acólitos, que Sortu es Batasuna y Batasuna es ETA.
No sería justo del todo, pensar que Zapatero quiere la continuidad del terror etarra, no creo que la maldad pura se anide en él. Pero lo que si es verdad, es que su ambición y deseo de concluir a toda costa lo que resta de legislatura, le obliga a pactar con quien sea para conseguirlo. En éste caso, es el PNV, tradicional valedor de las aspiraciones independentistas en Euskadi, quien recoge la invitación de Zapatero y con sus escaños apoya, casi incondicionalmente, las propuestas y proyectos del gobierno. Digo casi incondicionalmente, por que sí que hay condiciones. Entre otras, el mantenimiento del statu quo con respecto a las exenciones y privilegios de que gozan las provincias vascongadas y Navarra, así como la tolerancia de asuntos tan espinosos como los cuarenta municipios que controla ANV, de facto o soterradamente, ante las amenazas de los abertzales al resto de los concejales socialistas y de otras agrupaciones, para que no se presentasen en los ayuntamientos. Incluso el presidente del PNV, Iñigo Urkullu, a salido a defender la legalización de Sortu, presentándola como una agrupación responsable e imprescindible para la consecución de la pacificación en Euskadi. Sólo faltó que dijese, que Josú Ternera, Pernando Barrena, Arnaldo Otegi y demás asesinos, son excelentes personas y ciudadanos honorables.
Ante las preguntas directas a los responsables de impedir que ETA vuelva a las instituciones, responden con un ambigüo e hipócrita “está en manos de los jueces”. Evaden de manera cobarde dar explicaciones, decir que no son los jueces quienes deciden. Ocultan maquiavélicamente, que los magistrados sólo pueden juzgar sobre la documentación que se les presente, que no tienen la facultad de pedir ningún documento más, que no pueden ordenar ninguna investigación complementaria. En suma, que resolverán con las magras aportaciones que la fiscalía general quiera darles, dejando en el camino el esforzado trabajo y las excelentes investigaciones de los cuerpos de seguridad del estado. De lograr Sortu la legalización antes de las elecciones de mayo, no dudemos que inundarán el país vasco con su parafernalia electoral, con sus actos de provocación, apología encubierta o descubierta, dará lo mismo, de las posiciones etarras. Y no sólo eso. Por ley tendrán derecho a ser financiados por el gobierno, gracias a la nefasta ley de partidos que les adjudica generosas subvenciones y privilegios a todas las organizaciones políticas. Esto significará, más o menos, que el gobierno premiará a los terroristas por serlo, por colocar bombas y asesinar a ciudadanos indefensos, por aterrorizar a una sociedad entera durante cuatro décadas, por burlarse de las víctimas y sus familias.
Definitivamente, si ETA logra con el contubernio del gobierno volver a levantar su brazo político, estaremos más lejos de lograr su desaparición, de conseguir algo de justicia para quienes han caído combatiéndoles, para quienes han soportado amenazas y extorsiones. A veces pienso, si no sería mejor dejar que Euskadi se separe de España, que los vascos resuelvan sus propios asuntos y dejen de representar un continuo dolor de cabeza para la sociedad española. Así, ellos se harían cargo de liberar a sus pesqueros, como el “Alakrana”, rescatado con dinero español, de pagar sus contribuciones sanitarias pagadas actualmente con dinero español, dejarían de gozar de privilegios que no tienen el resto de los españoles. Pero ahí está el tema. Los nacionalistas vascos, catalanes y gallegos, no desean independizarse de España. No quieren dejar de percibir los beneficios que sus posturas mafiosas y amenazantes les reditúan, quieren seguir metiendo mano a la caja del estado a coste cero. No les importa ni la independencia, ni sus ciudadanos ni nada que no sea engordar sus cuentas bancarias y las de sus allegados, porten armas o no. Mientras se sucedan gobiernos centrales incapaces, colaboradores y entreguistas, seguirá existiendo ETA como empresa redituable y boyante. Si lo que me extraña es que no tengan más franquicias diseminadas por todo el país.