jueves, 31 de enero de 2013

DE LA MENTIRA A LA INFAMIA


MENTIRA, CORRUPCIÓN E INJUSTICIA
 
 
     Los acontecimientos de los últimos meses, sobre todo lo relacionado con las actuaciones y corruptelas de los dirigentes de partidos políticos, borbones, banqueros y miembros del gobierno del país, no han hecho sino incrementar el estado de animadversión y desafección ciudadana contra todos ellos. La intolerable falta de ética, moral cívica y justicia, por parte de quienes tienen la obligación de tenerla y proporcionarla vía ejemplo y actuación, conducen a la sociedad española hacia una sensación de desamparo, de indefensión y frustración, al ver que todo aquello que se nos ha presentado como ineludible, como el "no hay remedio", no han sido otra cosa que excusas y pretextos, para continuar desangrando y sometiendo al pueblo, al dictado de los intereses particulares de la cleptocracia que nos gobierna.
 
     La desvergonzada actitud de los líderes del PP, quienes nos piden sacrificios y austeridad, a la vez que se dan golpes de pecho con la mano derecha, extienden la mano izquierda para coger sobres con dinero de origen ilícito y criminal. Su necia arrogancia y prepotencia, negando a voz en cuello que "ellos no han cobrado en negro", se ha derrumbado como un castillo de naipes al conocerse la lista del corrupto Luis Bárcenas, donde se mencionan las cantidades, fechas y hasta conceptos por los que abonaban dichas cantidades a los capitostes del PP. Así, hemos sabido que el "honorable" Mariano Rajoy, presidente del Gobierno y mitómano consumado, ha recibido más de 25 mil euros anuales, durante más de una década, solamente por haber sido y ser secretario, vicepresidente y presidente del Partido Popular. Éste sinverguenza, que nos pide a los ciudadanos sacrificarnos hasta la casi inmolación, es al igual que otro ladrón sin escrúpulos, Francisco Camps, aficionado a los trajes de marca. Dos partidas por una cuantía de más de 20 mil euros, han sido destinadas a la compra de trajes para Mariano Rajoy. Una cantidad que no gana un trabajador español "mileurista" ni en sueños. Otra ínclita defensora del pueblo, Dolores Cospedal, presidenta de Castilla La Mancha, si, la misma que tercamente vociferaba que "no le constaba" lo de los sobresueldos, pues también ha cobrado y mucho. ¿Con qué autoridad moral y ética se atreven a pedir sacrificios, a recortar derechos, a cerrar centros sanitarios de urgencias? ¿Con qué cara se atreven a pedir nada? Y así, una larga lista de "personalidades" del PP como Arenas, Acebes, Rato, Alvarez-Cascos. Ratas, peor que ratas.
 
     Sobre las actividades del yerno del rey, llevamos dos años largos conociendo sus corruptelas y delitos, cometidos a la sombra de la influencia del rey, a su alargada mano que abría las puertas de los despachos y acallaba las voces disonantes. Su inexplicable duración en el trono, como jefe del estado, solo puede comprenderse a tenor de lo conveniente que resultaba una figura sacralizada e idealizada como el "héroe del 23F", bajo cuya bandera se aglutinaron todas las fuerzas corruptas y advenedizas, disfrazadas de democracia, para medrar y explotar a la ciudadanía ignorante y deseosa de paz y libertad. La evidente corrupción que impera en la monarquía, es tan grande y pestilente, que debía salir por alguna parte toda ésa podredumbre y vaya que ha salido. La responsabilidad social, jurídica y penal de la casa real, es tangible a todas vistas, pero no hay intención de terminar con ésta "gallina de los huevos de oro", al contrario, se pretende perpetuar dicha dinastía corrupta y privilegiada, en la figura del príncipe. Un tipo que ha pasado cuatro décadas viviendo a todo trapo, sin que le costara el más mínimo esfuerzo conseguirlo todo, desde coches y mujeres, hasta una esposa con la que engendrar una nueva generación, libre de la endogámica imbecilidad tan propia de los borbones. Con lo que recibe la monarquía, se podría paliar la pobreza y hambre, en la que han caído miles de familias golpeadas por las hipotecas abusivas de la banca.
 
     Sobre la manifiesta incapacidad, cobardía y maldad de quienes ostentan el poder del gobierno, nos vale el ejemplo de un ministro. Surgido al amparo del PP y encumbrado por el sistema injusto y asesino que padecemos, Alberto Ruíz Gallardón lleva unos treinta años viviendo del cuento a costa del erario público y los impuestos de los ciudadanos. A su paso por todos los estamentos y niveles que permite la política, senador, presidente autonómico, alcalde, etc., ha llegado al ministerio de Justicia para robarnos los derechos adquiridos, quitarnos el acceso a la justicia ya de por sí precario y limitado, para imponernos tasas únicamente al alcance de los ricos y poderosos. Pero no conforme con ello, se adjudica a sí mismo el derecho a indultar criminales, con el total conocimiento del dolor y humillación que inflige a los familiares de las víctimas. Pero eso no le importa. Su soberbia y altanería, solo igualada por su meapilismo anacrónico, lo induce a sentirse como un césar en cuyo pulgar, se decide la culpabilidad o la inocencia, la justicia y la injusticia. Del resto de ministros del gobierno, no hay uno solo que no acumule cargos, prebendas y privilegios a lo largo de muchos años y sobre sus actuaciones, no destacan precisamente por su labor en favor de los intereses del pueblo.
 
     Es por todo lo anterior y por muchas otras cuestiones, que la capacidad de sufrimiento y docilidad de la ciudadanía está llegando a su límite. Las constantes humillaciones, mentiras, latrocinios, expolios, infamias, abusos e injusticias cometidas por todos los gobiernos que han dirigido al estado desde 1978, están a punto de recibir la respuesta que merecen. Reza el dicho: "A todo cerdo le llega su San Martín". Y que me perdonen los cerdos por compararlos con toda ésa piara putrefacta de barcenas y cospedales, de rajoys y borbones, de botines y florentinos, de zapateros y amys martines, de rubalcabas y gallardones, de aznares y felipes, de montoros y fátimas. Que me perdonen. Quienes no deben perdonar y espero que no lo hagamos, es el pueblo, la sociedad, los ciudadanos, a la hora de ajustarle las cuentas a todos, TODOS éstos indecentes.

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