domingo, 10 de julio de 2011

UN LOBO CON PIEL DE OVEJA

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RUBALCABA, EL MIMETICO

 

     El ungimiento de Alfredo Pérez Rubalcaba, Alfredo para todos, como candidato del gobierno desde hoy para las elecciones generales, ha significado un violento giro en la percepción de la ciudadanía con respecto al PSOE. Al menos eso es lo que piensan en el partido socialista. El discurso del amigo Alfredo. liberado ya de sus obligaciones en el gobierno, ha sido en un tono conciliador y cercano, casi cálido y paternal, buscando congraciarse con los ciudadanos comunes, los parados, los hipotecados y claro está, con los indignados del 15M.

     Sus palabras esperanzadoras, impregnadas de demagógica miel, intentan hacer olvidar su vinculación con la errática y nefasta gestión política de Zapatero, esforzándose por colocar una saludable distancia con sus cómplices del actual gobierno. Como todo político que se precie y más aún, de un político de su longevidad y “alto nivel”, es de esperarse que trate de arrimar a sus intereses todo aquello que le sirva, desde olvidarse de las afirmaciones vertidas hace unas semanas donde alababa la “discreción” de los bonus de los banqueros españoles, hasta desvelarnos que conoce la fórmula mágica para terminar con el paro.

     Además, promete que cambiará la injusta ley electoral, la misma que les ha aupado a ellos al poder, en un afán por congraciarse con una sociedad hastiada por la escasa representatividad que éste sistema nos impone. Pero claro, una cosa es prometer y otra muy distinta cumplir lo prometido. Hace recordar al lobo que se viste con la piel de una oveja, víctima suya, para acercarse al rebaño, ganarse su confianza y poder atacarles a placer.

     Pretender que un político de casta, disciplinado y ortodoxo como Alfredo, cambie de un día para otro su manera de hacer política, es de todo punto un imposible. Si por algo se caracteriza la “especie política”, es por su inagotable capacidad para mimetizarse con el ambiente, para camuflarse con lo que le rodea, para hacer suyas las ideas ajenas en beneficio propio y de su gremio. La palabra “vergüenza” no existe en el diccionario político.

     El amigo Alfredo está lanzado en una frenética carrera, una carrera por unas elecciones que seguramente no podrá ganar, aunque el contrincante sea un Rajoy fondón y blandengue, un títere en manos de Aznar. El peso de una larga legislatura lastrada por la crisis, es demasiado aún para el “sprinter” Rubalcaba. Perdón, Alfredo. La sociedad reclama un cambio, no importa el cómo ni el quién, sólo el cuándo. Si todo va como parece que va, no habrá elecciones hasta marzo del 2012, tiempo algo escaso para que Alfredo reúna a sus ovejas, desperdigadas durante las últimas elecciones de mayo.

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