miércoles, 14 de marzo de 2012

LA MONARQUÍA IMPUESTA


ATAVISMO MEDIEVAL


     La sóla existencia de las monarquías en la actualidad, es un símbolo de la regresión y anacronismo que permea en muchas sociedades "civilizadas" y modernas. La gran contradicción de que dichas representaciones medievales, convivan con sistemas de gobierno democráticos en condiciones de igualdad o dependencia, no hacen sino dar continuismo a situaciones de sangrante desigualdad social. ¿Qué lleva a una sociedad, a tolerar una figura del pasado como un rey? Muchas veces, no es que se tolere, es que se les ha impuesto a la fuerza.

     Es el caso de España, donde la figura del monarca, Juan Carlos I, lleva la friolera de 33 años como jefe del estado español, sin que su investidura haya surgido de la voluntad del pueblo y la legitimidad de las urnas. Ungido como sucesor del gobierno por el moribundo dictador fascista, Francisco Franco, llegó a España sin un céntimo en los bolsillos y ahora acumula una fortuna personal, estimada en 1500 millones de euros, y una asignación anual del gobierno de 10 millones más, los cuales asigna y distribuye sin ningún tipo de control o fiscalización.

     Los supuestos beneficios que la monarquía ofrece al país, son como poco, discutibles. Los innumerables viajes de "negocios" y promoción de las empresas españolas, no repercuten en un beneficio general para el país, puesto que dichos contratos y negocios, los efectúa para grandes empresas como Iberdrola, Endesa, Ferrovial  y bancos como Santander o BBVA, y no para las PYMES y autónomos que conforman la mayoría del tejido económico del país. Y son éstas grandes empresas y bancos los que, en la mayoría de las veces, desvían sus beneficios hacia paraísos fiscales para no tributar en territorio español, con el consiguiente quebranto económico de las arcas públicas. De todos ésos contratos y negocios, el rey percibe unas jugosas "comisiones," que contribuyen a engordar su fortuna personal.

     Los capitostes, testaferros y demás lacras que abogan y hacen apología de la corona, ponen todos sus esfuerzos, para que la sociedad valore de forma positiva la existencia y continuidad de una institución profundamente corrupta y anacrónica. La mejor baza que manejan, es la emocional. Las carretadas de horas de televisión y las toneladas de papel couché de la prensa "rosa", enfocadas a retratar y mostrar la existencia anodina y acomodada de una nobleza corrupta y cutre, insolidaria y carroñera, que no sufre penurias económicas y vive rodeada de lujos y privilegios, no hace sino exacerbar los sentimientos de inferioridad y aspiraciones de una sociedad civil, que no tiene posibilidad alguna de acceder a ésos mismos privilegios. La fascinación que ese mundo hipócrita y ruín, ejerce sobre un amplio segmento de la población, es la "legitimidad" que enarbolan aquellos que no quieren el fin de la monarquía.

     Actualmente, la monarquía se encuentra en la picota, merced al inmenso favor que un "plebeyo", Iñaki Urdangarín, esposo de la infanta Cristina e imputado por un escandaloso caso de corrupción en complicidad con la clase política de Valencia y Baleares, ha hecho por bajar al mundo terrenal a unos listos que se han creído dioses. La cosa no pinta bien para el yerno del rey y mucha gente se pregunta: Si la libertad del pueblo español fue robada siendo una República, ¿por qué no le fue devuelta a la muerte del dictador? ¿A quién preguntaron para restaurar la monarquía? La legitimidad de la corona, no pasa por la decisión del gobierno ni del congreso, corruptos donde los haya, sino de la voluntad popular. Un referéndum sobre la existencia y continuidad de la monarquía, sería el más justo de los gestos para medir y sopesar la permanencia de una institución medieval, que no tiene ya cabida en una democracia moderna.

No hay comentarios:

Publicar un comentario