LA MENTIRA OFICIAL
La reforma laboral, aprobada sin que hubiese un entendimiento entre los principales actores, patronal y sindicatos, ha sido la perla de la política económica interna del gobierno del PP. La imposibilidad de acuerdo, las posiciones graníticas de la CEOE y el duopolio sindical, le pusieron en bandeja al gobierno, la reforma de las relaciones laborales en España, de manera que no hizo falta más que una sesión del consejo de ministros y un cabildeo en el congreso, para cargar la balanza del lado de sus aliados de la patronal, ante la estupefacción de la sociedad y los trabajadores en general, sindicados o no. ¿Pero en qué consiste la reforma laboral? A ciencia cierta no se tiene ninguna seguridad sobre la misma, ni siquiera quienes tienen la responsabilidad de aplicarla, pues la ambigüedad de sus preceptos y la poca credibilidad sobre sus efectos, no hacen sino crear confusión y diseminar la duda.
Como es lo habitual, éste gobierno al igual que el anterior, experimenta sobre la marcha soluciones imposibles, expone teorías sin fundamentos y aún así, espera que sus ocurrencias sean aceptadas como buenas por la ciudadanía y que ésta se conforme e incluso aplauda con entusiasmo. La reforma laboral, presentada como equilibrada y justa, adolece como la subida del IRPF, de lo mismo que presume. Ni es equilibrada por que favorece solo a la patronal, ni es justa porque borra de un plumazo muchas de los beneficios sociales, que se han conquistado a lo largo del siglo pasado a sangre y fuego. Para mas inri, los mismos que la ensalzan y hacen apología de sus bondades, reconocen sin ambages que no es la solución para detener el paro, que no creará empleo, que no servirá para vaciar las oficinas del INEM. ¿Entonces, para qué sirve? La respuesta es simple: Para facilitar el despido libre y sin prestaciones, una de las exigencias históricas de la patronal y reducir el márgen de negociación de los trabajadores. Una deuda pagada por el PP, a los empresarios buitres que financian sus campañas políticas.
Pero si miramos con atención, no solamente la patronal es "culpable" de conseguir sus objetivos. También los sindicatos rastreros, cómplices y testaferros del gobierno, han contribuído con su inmovilidad, al descalabro que representa la reforma laboral. Pero en justicia, la dichosa reforma solamente beneficia a ésas "grandes empresas" del IBEX, las mismas que escurren el bulto a la hora de pagar sus impuestos, las que deslocalizan fábricas y factorías, para llevarlas a países pobres y con bajo nivel de fiscalización, lo que hace aumentar sus beneficios de manera exponencial e indecente. Las PYMES y los autónomos, los que generan el 70% del trabajo del país, poco o nada se benefician de la reforma, puesto que su capacidad de negociación es limitada. Una verdadera reforma laboral, bien pensada y documentada, abogaría por la reducción de impuestos y tasas a la producción, antes que los recortes y despidos. Plantearía una agilización de permisos de apertura de negocios, facilitaría la gestión administrativa y la aceleración de los pagos a proveedores, la derogación de la norma de cobrar el IVA de las facturas hasta que no sea cobrada efectivamente, etc.
Pero siempre es más fácil cortar por la parte más débil del tejido, al fin y al cabo que ya están acostumbrados. Y por si fuera poco, la CEOE pide más. La nueva "exigencia", es que el gobierno se piense en derogar el derecho de huelga. Vamos, una regresión cronológica al capitalismo cavernario y salvaje, donde la gente trabajaba hasta la extenuación, a cambio de algo más que una escudilla de sopa y el pago en especie por sus "servicios". La convocatoria de huelga general para el próximo día 29 de Marzo, es un llamamiento desesperado para hacer frente a los caprichos del gobierno y la CEOE. Aunque los sindicatos, UGT y CC.OO. sean los menos indicados para convocarla, es indispensable que la sociedad civil, la ciudadanía en general, salga a las calles y reivindique nuevamente los derechos adquiridos con tanto esfuerzo. No se trata de un asunto baladí. Se trata de mantener el equilibrio entre los dueños del dinero y los que lo producen con su trabajo.
Se debe exigir al gobierno que haga las cosas mejor, que no improvise soluciones milagrosas y mesiánicas. Que se pongan a trabajar de forma coherente y sin inventarse nada. Que actúen como se espera de un gobierno que aseguró sabía lo que hacer y que en la práctica, está dando bandazos a todos lados, menos al que el país necesita. Se han lanzado a la carroña de forma indecente, enchufando a la parentela con total descaro, en lugar de trabajar por aquello que propusieron en campaña. El 29 de Marzo hay huelga general, quien sabe si será la última que se convoque en libertad, lo que si es seguro, es que será la oportunidad para que la sociedad se haga escuchar de una vez por todas, por un gobierno más preocupado de contentar a sus amos europeos, que de ofrecer soluciones justas a su pueblo.
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