EL NACIONALCATOLICISMO A LA CARGA
Uno de los puntos del "programa electoral" original del PP, versaba sobre la reforma de la ley del aborto, que el gobierno socialista anterior había aprobado por los pelos, pero que al tenor de los acontecimientos económicos y el imperativo dictado desde Bruselas y Berlín, para que se acelerasen los recortes y demás puñetazos a la calidad de vida de la sociedad, se había quedado un pelín aparcada en un cajón. Conseguidos ya, y con nota, todos y cada uno de los puntos exigidos por la UE, tocaba hacer caso al ministro Gallardón, que se comía las uñas esperando a su oportunidad para destacar en algo, porque solamente iba de burrada en burrada y de paso, quedar bien con sus amos de la iglesia católica, monseñor Rouco en particular, que día si y otro también lo atosigaba con aquello "y qué hay de lo mío", para que sacase a colación una de sus reformas estrella. Nada menos, que la derogación y posterior implantación, de una una nueva ley que prohibiera el aborto.
Pero la jugada le ha salido un tanto torcida, pues incluso dentro de las filas, pretendidamente cerradas, de su propio partido, le han salido algunos detractores. La cosa no es tan sencilla como pretendía el monaguillo Gallardón y se le han presentando algunos obstáculos en el camino a la santidad. Existe un fuerte sentido de autonomía y libertad entre las mujeres españolas, que no están dispuestas a retroceder a los tiempos del franquismo, donde las "hijas descarriadas" del régimen, eran las únicas que tenían acceso al aborto, mediante los populares viajes a Londres, por motivos bien diferentes y variados, como aprender inglés o realizar un crucero, del que volvían sin el bombo acusador y quedaban tan "sin pecado" como el día en que habían nacido. Con las bendiciones de la iglesia, por supuesto. El resto de féminas del país, no tenían derecho a decidir sobre sus cuerpos, ni sobre sus mentes, atadas a un dogma religioso y social, que las tenía poco menos que por idiotas y las obligaba a parir los hijos que "dios les mandara" o arriesgarse a perder la vida en el enésimo alumbramiento o en un aborto practicado en la clandestinidad, bajo pésimas condiciones de higiene y seguridad.
El verdadero interés del gobierno y la jerarquía eclesiástica, no es tanto el prohibir el aborto por que sí. A Rajoy, Rouco y demás capitostes, les importa un rábano lo que ocurra con las mujeres y sus hijos, nacidos o no, puesto que las políticas del PP están encaminadas a dejar sin cobertura sanitaria y social a la ciudadanía. Poco les importa si el recién nacido está sano, enfermo o nace con importantes discapacidades, que lo atarían de por vida a un infierno de subsistencia. No, al gobierno y a la iglesia, lo que les importa es mantener una imagen, una ideología y un dogma anacrónico y trasnochado, que les permita seguir aparentando lo que no son y continuar viviendo del cuento, de las mentes crédulas e ignorantes, que se piensan que la iglesia católica es pura bondad y cariño al prójimo. Los salvajes recortes a la Ley de Dependencia, una de las pocas que valían la pena del anterior gobierno, se hacen más duros y sangrantes, al dejar desamparadas a personas que no tienen más opción que cargar con sus discapacidades, físicas y mentales, por el tiempo que les reste de vida, sin la esperanza de que las administraciones se hagan cargo de ellas, una vez que sus padres y parientes más cercanos, no estén para darles los cuidados que necesitan.
Queda muy bien y muy cristiano, pedir, a gritos y con pancartas la prohibición del aborto y criminalizar a las mujeres que lo pidan, incluso en aquellos casos en que las condiciones del feto son prácticamente inviables, producto de una violación o con graves deficiencias, que harían de sus vida un continuo sufrimiento. Lo que ya no es tan cristiano, es dejar a ésas mismas personas, por las que han "luchado" bravamente, perdidas y abandonadas a su suerte, una vez que han llegado a éste mundo. Afortunadamente, para el ministro Gallardón, en Europa se están movilizando los "ultras" bienpensantes y cristianos, aunque en sus países no les hacen mucho caso, pero que en España el gobierno se agarra a ésas manifestaciones como a un clavo ardiendo, para justificar la nueva ley que están cocinando y coartar el derecho y la libertad de TODAS las mujeres, a decidir si quieren llevar a término su embarazo o no. En el fondo a éso se reduce la cuestión, libertad de decidir. Algo que al gobierno y a la iglesia les lastima profundamente, la libertad.
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