domingo, 5 de mayo de 2013

A VUELTAS CON EL PASADO

LOS CACHORROS DEL NEOFASCISMO
 
     Los dos personajetes que aparecen en la imagen, el presidente del gobierno de España, don Plasmariano Rajoy y el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, son dos aventajados herederos del sistema político que gobernó, efímeramente en el centro de la Europa de los años 30´s y 40´s, y en la Península Ibérica hasta finales de la década de los 70´s. En efecto, dicho sistema político no es otro que el totalitarismo de corte fascista y ultraconservador, que mantuvo en el poder al caudillito Franco durante cuarenta años y a diferentes líderes magyares, entre ellos el almirante Miklós Horthy, que terminó su aventura nazi de la mano de la Alemania hitleriana. El par de sujetos, peligrosos por su mentalidad e ideología, más que por su "terrorífica presencia", se han propuesto a toda costa y caiga quien caiga, volver a los fundamentos de una época que parecía ya superada. El primero de ellos, Rajoy, no tardó ni un mes desde su llegada al gobierno, para iniciar el desmantelamiento del estado social que cohesionaba el endeble edificio llamado España, con la excusa del mentado déficit y demás monsergas de corte ideológico, y recortar en todos y cada uno de los segmentos que posibilitan la "igualdad" de todos los ciudadanos del país, haciendo énfasis en quitar derechos básicos a inmigrantes y quitando las ayudas a los dependientes . En todos, menos en aquellos que sustentan la identidad de su pensamiento fascista: iglesia, ejército y banca. Para éstos tres estamentos, alfombra roja y caravanas. No está por demás decir, que don Plasmariano ha mentido, incumplido su palabra y estafado a la sociedad española que creyó en sus promesas electorales.
 
 
    
 
     El segundo sujeto, Viktor Orbán, primer ministro húngaro desde 2010, ha ido más lejos todavía. Ha iniciado desde su llegada al gobierno magyar, una feroz campaña de represión ideológica y política contra sus adversarios, suprimiendo derechos sociales y ciudadanos, sin más excusa que la del poder que ostenta. Ha sustraído competencias y poder al Tribunal Constitucional húngaro, con lo que se apropia de la "legalidad" por encima de la ley. Además, consiente la proliferación de partidos y grupos paramilitares neonazis, disfrazados de partidos y agrupaciones políticas, que campan a sus anchas por las calles de las principales ciudades húngaras, Budapest, Miskólc y otras, persiguiendo y repartiendo palizas a minorías étnicas como la gitana y la judía, a quienes acusan de "crímenes horrendos" contra la sociedad húngara. La cosa tendría gracia, si no fuera por la extrema gravedad que representa, pues han sido precisamente gitanos y judíos, quienes han sufrido crímenes a manos de los nazis y sus cómplices de la cruz flechada húngara, durante los años de la Segunda Guerra Mundial. Todo ello, aderezado con la mística religiosa, pues en palabras del impresentable Orbán, Europa debe regirse con los valores cristianos. Pues menuda idea tiene, sobre lo que representan dichos valores, aunque no hay que olvidarse de que las peores matanzas y holocaustos, han contado con el respaldo de la cristiandad. O al menos con su silencio cómplice.
 
     Y son ejemplares como éstos, Orbán y Rajoy, quienes promueven el odio racial y la xenofóbia, contando de manera rastrera y malvada, con que las sociedades desesperadas y en crisis, como es en el momento actual, buscan chivos expiatorios y culpables fáciles de visualizar y de atacar, distrayendo así a los ciudadanos de los verdaderos culpables, la clase política. Es evidente, que las sociedades no terminan nunca de aprender de sus errores, que vuelven una y otra vez a caer en los mismos tópicos y clichés, en los mismos prejuicios inducidos por las clases dominantes para distraerles, mientras los políticos y los bancos siguen rascándoles los bolsillos y quitándoles derechos. ¿Y cuándo ya no haya inmigrantes y minorías étnicas que atacar? Pues muy fácil. Los mismos políticos que antes los denostaban, volverán a legislar para que regresen y aquí no ha pasado nada. Son una baza electoral y de propaganda, a la que pueden llevar y traer cuando les da la gana.


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