sábado, 27 de abril de 2013

EL SABUESO DEL CONGRESO

EL DEMÓCRATA FRANQUISTA
 
     Hay personajillos trasnochados y casposos, que pasan un tanto desapercibidos al común de la sociedad, hasta que abren las fauces y se dan a conocer tal como son. Es el caso, entre otros muchos, de Jesús Posada, el flamante presidente del Congreso de los diputados, quien a últimas fechas se ha hecho presente en los medios, merced a sus sesudas opiniones e interpretaciones de lo que es la democracia, en su muy particular universo de parásito político. Empecemos por decir, que éste ejemplar antediluviano, lleva viviendo del cuento, es decir, del erario público directamente, la friolera de cuatro décadas. Eso sin contar los años que su padre sirvió al régimen franquista, como gobernador civil, como represor de las libertades ciudadanas, lo que aumenta considerablemente los años que lleva el buen Jesús, viviendo a costa de todos los españoles. Como parásito de buena cepa, eligió el camino que toman todos los de su especie, la política, y continuar así viviendo a todo trapo y sin dar un palo al agua.
    
     Primero en la extinta UCD, refugio natural de los franquistas "arrepentidos", para dar el salto despues a la vieja Alianza Popular y auparse al primer cargo político de importancia, nada menos que diputado por su cortijo natal, Soria. De ahí, el avance fue meteórico y encadenó cargos y puestos, uno detrás del otro, para no soltar la golosa nómina de las arcas públicas. Consejero de Fomento y después, presidente de la Junta de Castilla y León, como sustituto de su colega y cómplice Aznar. Ministro de Agricultura con el mismo enano bigotudo y al mismo tiempo, conservando la curul de diputado, misma que lleva calentando los últimos veinte años sin aportar prácticamente nada, hasta conseguir la presidencia del Congreso de manos de Plasmariano Rajao, como premio a su fidelidad perruna y disciplina de partido. Y hasta ahí, todo parecía discurrir tranquilamente para éste soriano, marqués consorte y beneficiario de la industria del alcohol, que le reporta pingües ganancias que incrementan su ya crecido patrimonio personal.
 
     Pero el hartazgo de la sociedad con la nefasta gestión del gobierno marianista, los casos de flagrante y desmedida corrupción de la clase política, del PP y el PSOE particularmente, ha desembocado en manifestaciones y marchas de protesta contra los recortes y decretazos del gobierno, lo que molesta la sensibilidad "democrática" del dinosaurio Posada, quien no duda en arrojarse al ruedo y lanzar encendidas diatribas contra "esos antisistema, terroristas y violentos" que amenazan la democracia y justificar las cargas policiales, los desahucios practicados por la banca y criminalizar de pasada, a los ciudadanos que protestan por que no tienen techo, ni pan que llevarse a la boca. Para el perro que guarda el Congreso, para el franquista que lleva bajo la piel del demócrata, los únicos ciudadanos modelo, son aquellos que se quedan en casa, que no protestan, que no exijen explicaciones, que prefieren "morir de hambre" antes que dejar de pagar la hipoteca.
 
     Por eso, no es de extrañar que a Posada, noble castellano por matrimonio y que no ha pasado hambre en su parásita vida, le parezca normal que su viejo colega, Álvarez-Cascos, haya cobrado hasta quince mil euros al mes en los noventa, una burrada en pesetas, con la mezquina justificación, de que hay muchos gastos de representación cuando se ¿trabaja? para la cosa pública. Y como el susodicho, muchos más que se lo han llevado calentito sin dar explicación alguna. También hace gala de mano dura aplicando el reglamento de la cámara baja. A los de que no son de su cuerda, claro está. Como a Joan Tardá, a quien expulsó de la tribuna por hablar en catalán. O los integrantes de la PAH, a quienes hizo sacar a empujones de la galería, mientras gritaba desaforado "¡Expúlsenlos, coño!", con su culo bien aposentado en su sillón. Pero no aplica la misma rectitud reglamentaria con sus cómplices, como la diputada Andrea Fabra, que gritaba "¡que se jodan!", cuando se hablaba de recortar el subsidio a los parados. O recriminar a la ministra Báñez, que juega al buscaminas y otros pasatiempos con los artilugios tecnológicos, mientras hay sesión en el Congreso.
 
     Para éste miserable, cacique y neofranquista disfrazado de demócrata, los ciudadanos no tienen derecho a protestar, ni salir en manifestación y mucho menos dirigirse al Congreso, donde supuestamente se encuentra la voluntad popular -popular del PP- , so pena de ser reprimidos y dispersados por las fuerzas policiales. Para éste dinosaurio, parásito político, lo mejor sería que el Pueblo siguiese ignorante, sumido en el oscurantismo intelectual y en la atonía social, para seguir medrando y viviendo del cuento por siempre y para siempre. A ver si terminan la legislatura. Veremos.

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