sábado, 20 de abril de 2013

LIBERTAD DE PENSAMIENTO

LA CONCIENCIA CIUDADANA
 
     Hace un par de semanas, en total discreción y sin algarabías, como era él mismo, falleció Jose Luis Sampedro a los 96 años. Su edad cronológica es lo de menos, se trata de su edad social y ciudadana, la que nos interesa y a la vez, nos motiva para no desfallecer ante la apabullante y calamitosa situación en la que estamos inmersos. A éste literato, de formación economista y profesor por convicción, se le recordará por sus palabras en favor de una "humanización" de las políticas económicas, de la remodelación de la estructura gubernamental para favorecer a los más débiles y desprotegidos y por su participación en los movimientos ciudadanos del último lustro, para conseguir una sociedad más informada y participativa en los temas políticos del país.
 
     Por desgracia, su preclara y tenaz sabiduría, en lo referente a la necesidad de sujetar la economía a las necesidades sociales y no al revés, no encontró el eco adecuado entre quienes fueron sus alumnos y terminaron amorrados al poder político en forma de ministros, como Boyer y Solchaga, quienes sucumbieron al narcisismo que invade a los poderosos y terminaron aplicando las teorías económicas del capitalismo salvaje y depredador, antes que las enseñanzas de Sampredro. No existen teorías, ni sistemas político-económicos perfectos, lo que hay son gobernantes y administraciones perversas, que subvierten y corrompen todo aquello que tocan, manipulando a la sociedad para conseguir sus particulares anhelos. Decía Sampedro, que el capitalismo hubiese podido ser un sistema para igualarnos a todos, con la teoría del esfuerzo personal para conseguir el progreso, pero que se quedó en meras intenciones al supeditar dichas aspiraciones al poder financiero, puesto que sin dinero no es posible la libertad de elegir ni de progresar.
 
     Sus últimas aportaciones al movimiento ciudadano, pasaron por negar los bulos gubernamentales en el sentido, de que la sociedad española había vivido por encima de sus posibilidades, afirmando sin tapujos, que habían sido las instituciones financieras y el gobierno, quienes habían posibilitado la creación y crecimiento de la deuda privada, al hacerse con activos tóxicos y productos financieros basura, así como conceder créditos desmesurados y sin garantías, para hinchar las hojas de resultados hasta límites impredecibles, con tal de ganar dinero sin importar las consecuencias. Y el gobierno avaló con su silencio e inoperancia, la catástrofe que se avecinaba. No queda más, que seguir su ejemplo y aprender de sus palabras, a través de la extensa obra literaria que nos ha legado, para continuar con el movimiento social que nos conduzca a la liberación intelectual, al pensamiento crítico y objetivo y sacudirnos la tiranía de gobiernos y mercados, que nos impiden crecer como sociedad.

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