LA ALEGRÍA DE LOS BUITRES
Las imágenes de los principales líderes europeos, tanto del banco central como de la comisión permanente y hasta de los países intervenidos, sonrientes y felices, dándose cariñosas palmaditas en la espalda, abrazados y comiéndose a besos, son de una asquerosidad que raya en lo indecente. Sus muestras de satisfacción por los acuerdos alcanzados en los últimos días, entre los que se cuentan el segundo rescate de Grecia, previa aceptación de los dirigentes helenos de unos recortes que hunden a sus ciudadanos en la miseria, además de imponer a España e Italia hojas de ruta convenientes a los intereses de la banca y de los mercados, nos hacen pensar que la felicidad es cosa de los poderosos.
Las reuniones de los dirigentes y líderes europeos, más que entrevistas entre demócratas, nos recuerdan a los ancestrales cónclaves de los señores feudales, dueños de vidas y haciendas, que se repartían alegremente tierras y hasta países enteros, con sus siervos y esclavos incluidos, atados de por vida a los deseos de sus amos. Eso es exactamente los que se acuerda en los aquelarres de la comisión europea. La mejor manera de seguir atando a la sociedad, a los ciudadanos, al carro de la denominada troika, representada por la canciller Merkel, el presidente Sarkozy, y el director del BCE, Mario Dragui. Son los actuales esclavistas y representantes del orden económico que rige nuestros destinos.
La utopía de las libertades nacionales, se ve reflejada por la pérdida, casi total, de la independencia de los países del euro para resolver sus asuntos internos, pues la inflexible vigilancia de Bruselas, impide cualquier movimiento en ésa dirección. Nada se mueve, nada se soluciona sin la intervención de la troika. La cobardía y pusilanimidad de los presidentes, ministros y demás oligarcas europeos, ungidos por la voluntad popular de las urnas para defenderlos, se magnifica y se hace más evidente, cuando se encuentran frente a frau Merkel o monsieur Sarkozy, las genuflexiones son patéticas y vergonzosas. La sonrisa estúpida de Rajoy, como si de un teleñeco se tratase, emocionado y a punto del éxtasis por estrechar la mano de los todopoderosos, nos hace pensar que la esperanza de una mejoría en España es, cuando menos, lejana.
Y mientras la parvada de buitres se reparte los restos del llamado bienestar social europeo, graznan consignas a favor de incrementar las ayudas a los bancos y liberalizar aún más los mercados financieros, para que la brecha de la desigualdad siga creciendo. Para que las calles de Europa se llenen de personas mendigando un mendrugo, para que las familias sigan siendo lanzadas de sus casas, para que los campos se conviertan en eriales por falta de recursos que los hagan producir.
Que rían, que se solacen en sus rapacerías ahora que pueden.