La fiesta organizada por el partido socialista, el 38o. Congreso, para dilucidar el futuro político del PSOE ha llegado a su fin y no precisamente del modo más esperado. La sorda lucha sostenida por Rubalcaba y Chacón, iniciada mucho antes de las elecciones generales y continuada después para hacerse con el poder dentro del partido, ha dejado una sensación de ruptura dentro del mismo.
Las sonrisas y abrazos, las palmaditas en la espalda y los achuchones cariñosos, no conseguían disimular las tensas relaciones establecidas en las tripas del socialismo español. Bueno, lo que ellos entienden por socialismo, ya que la única seña de identidad “socialista”, es cuando cantan la Internacional, pues la abigarrada concurrencia luce no pocos “trapitos” de alto diseño, bolsos y trajes de marcas de lujo.
Al final de dos semanas intensas, de cabildeo y amarre de intenciones, de confidencias y alianzas soterradas, el ganador por escaso margen, resultó ser el ex ministro del interior, Pérez Rubalcaba. Si las expresiones más comunes y socorridas por ambos contendientes o candidatos, han sido la renovación y el cambio, con la elección del cántabro no se cumple ninguna de las dos. Como miembro destacado del anterior gobierno, tanto por la edad como por el bagaje político negativo, Rubalcaba poco puede ofrecer de renovación de las estructuras del partido, ni tampoco un cambio real de intenciones.
Claro está, que Chacón tampoco podría aspirar a liderar un cambio de la envergadura que requiere el PSOE. El lavado de imagen que requiere la maltrecha reputación del partido socialista, necesita de personas, que no personajes, de una talla moral y política que nada tiene que ver con los candidatos que se presentaron a la elección para la secretaría general. Lo más seguro, es que al no presentarse nadie más y queriendo ofrecer una fachada de unidad partidista, dejaron a los dos últimos aspirantes y a ver que pasaba.
Y pasó que Rubalcaba se ha impuesto por un estrecho margen de 22 votos, casi nada, si tomamos en cuenta la gran diferencia que hay entre ambos personajes. Y poco ha tardado el químico en organizar su “vendetta” contra el equipo del contrario. En la nueva ejecutiva del partido, no han tenido cabida miembros del equipo chaconista. Sólo el actual presidente de Andalucía, el salpicado de corrupción Griñán, ha rescatado un puesto, más con miras a las próximas elecciones andaluzas, que a un gesto de unidad con el contrario.
De cualquier forma, el PSOE caminará por la actual legislatura como un zombie político, lastrado por la inepta gestión de la crisis y pringado por algunos casos de corrupción muy sonados. Si al final consigue retener su coto andaluz, será más por la poca popularidad que tienen las actuales políticas del PP, que por una sólida oposición del partido socialista. Solamente un ligero atisbo de esperanza asoma, tímido, con la mirada puesta en las elecciones dentro de cuatro años. La aparición de Patxi López. Por el momento, es uno de los pocos políticos del PSOE que se libra de la quema.
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