lunes, 13 de febrero de 2012

LOS EXTREMOS DE EUROPA

 

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ISLANDIA Y GRECIA: CAMINOS DIFERENTES

     En éstos momentos, Europa se encuentra dividida en dos facciones antagónicas, tanto en lo ideológico como en lo económico y social. Por un lado, se encuentran los países que tienen al euro como moneda única, a los que la crisis financiera tiene contra las cuerdas. Y por la otra, a los países que decidieron continuar con sus monedas nacionales, aunque ligados de alguna manera al concierto económico europeo.

     En el primer caso, los que apostaron por el euro, comandados por Alemania y Francia,  se encuentran inmersos en una profunda depresión económica que, a ralentí de la crisis en USA, fueron cayendo como fichas de dominó por culpa de los abusos y excesos de un sistema financiero basado en la especulación y el engaño. Los países con mayor tejido y diversificación empresarial e industrial, como Alemania, Holanda, Francia y Austria, han soportado la recesión de forma positiva y empiezan a recuperarse lentamente. El resto de países como Italia, Portugal, España y Grecia, sobre todo ésta última, no han podido hacer frente a la crisis y se hunden sin remedio. Los gobiernos de todos éstos países han caído en desgracia y nuevos amos se han puesto al timón con la consigna de reducir él déficit fiscal, a costa de realizar recortes sociales y empobrecer más aún a sus ciudadanos.

     En el segundo caso, los que evitaron atarse al carro del euro, apenas han notado los efectos de la crisis. Países como Reino Unido, Hungría, Suiza, Noruega y Suecia, han podido sortear el cataclismo económico y mantener sus economías saneadas. La excepción fue Islandia, ahogada por los pésimos manejos de su sistema bancario, avocada a finales de 2007 a perder su libertad financiera por la colosal deuda adquirida por sus bancos

      Pero a diferencia de los países del euro, cuyas políticas fiscales están socavando y empeñando el futuro de sus ciudadanos, el gobierno islandés se negó a pagar la deuda y a rescatar a los bancos. Literalmente dejó caer el sistema bancario. Mediante un referéndum, solicitó a su pueblo que decidiera su futuro y el pueblo apoyó la decisión del gobierno. Cuatro años después, Islandia vuelve a ser un país en pleno crecimiento, sin deudas y con una sociedad comprometida con los asuntos de gobierno, como al principio de su origen como nación hace mil años, cuando se instauró el primer parlamento que haya existido en Europa.

     En la otra punta de Europa, en Grecia, cuna de la civilización occidental y la democracia, se lucha en las calles por recuperar esa libertad popular. Caído el gobierno de Papandreu, uno de los más corruptos que se recuerde, su sucesor, Papademos, está a punto de caer también merced a las sangrantes medidas adoptadas para reducir el déficit. Reducción de pensiones, reducción de los salarios, despidos masivos, cierre de hospitales y escuelas. Todo dirigido desde Bruselas y el BCE, empeñados en sacar sangre de las piedras para convertirlo en dinero. Por el momento están consiguiendo la sangre. El pueblo griego, satirizado y caricaturizado como haragán y complaciente, ha salido a las calles y pelea por evitar su desahucio como nación.

     Las imágenes de miles de personas, peleando codo a codo contra la policía, sin miedo a las porras y a las represalias, están recorriendo el mundo como signo de esperanza, de que hay que resistir el acoso de los mercados especuladores. ¿Y que pasa en España? Al parecer, aquí estamos tan azorados y reprimidos, tan sometidos, que no reaccionamos sino tímidamente, casi con miedo a molestar a los poderosos. Somos incapaces de unirnos y desafiar los empeños del gobierno, antes del PSOE y ahora del PP, por hundirnos en la miseria.

     Hay dos formas de conseguir el objetivo, de librarnos de la quema que nos aguarda y de los corruptos que nos gobiernan. Seguir el ejemplo islandés, dando ejemplo de conciencia social y buenas maneras. O por el contrario, imitar a los griegos y demostrar que por lo menos tenemos cojones para no dejarnos aplastar.

     ¿Qué es lo que vamos a hacer?

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