LIBROS CONTRA PORRAS
Las recientes agresiones, no podrían denominarse de otra manera, que la policía nacional ha perpetrado contra una multitud de profesores y estudiantes en Valencia, han rebasado ya el límite de lo que un país, denominado "democrático", puede y debe soportar. No es de recibo que, ante una manifestación legítima protegida por la Constitución, una tropa de gorilas escogidos se hayan cebado contra ciudadanos indefensos, muchos de ellos estudiantes menores de edad, los hayan tundido a palos, menospreciado y humillado con insultos y que encima se erijan en víctimas.
¿Es éste el inicio de una dictadura? Todo parece indicar que sí. Los modos y las formas son más equiparables al periodo más negro de la última centuria en la Historia de España, la dictadura franquista, que a los años de gobierno de González y Aznar. Lo que el partido en el poder, el PP, criticó agriamente al PSOE durante los primeros atisbos del movimiento 15M y las cargas policiales de Barcelona y la plaza del Sol de Madrid, lo han superado con creces en apenas cincuenta días de gobierno.
Mariano Rajoy y su séquito de aduladores y capitostes, se ufanan en la grandiosidad de sus acciones, poniendo a la supuesta "legalidad" por delante, para justificar lo injustificable y encima negar lo evidente, las agresiones y palizas a los ciudadanos. De nada sirven las pruebas gráficas que indican la saña con que golpean a diestro y siniestro, sin mirar si se trata de jóvenes, casi niños o profesores, mujeres en muchos casos, cuyas únicas armas son los brazos y manos que blanden pancartas y letreros de papel.
Tampoco importan los informes de los forenses, certificando heridas, contusiones, fracturas y demás huellas de la violencia irracional de los sicarios uniformados. Para los gobernantes y mandos policiacos, sólo importa que las calles se hayan limpiado de elementos indeseables. "Las calles son mías" dirá Rajoy, emulando a su mentor político, el recién ingresado a los infiernos Manuel Fraga. Ya se ha visto la utilidad que están dando a todo el arsenal antidisturibios que compraron hace unos meses, antes incluso de asumir la "dirección" del país.
Toda la diarrea verbal que los fascistas vertieron, con vistas a ganar las elecciones, saturada de mentiras y embustes, está quedando ahora al descubierto. Han esperado a sentarse en la poltrona, para entregar el control de la sociedad en manos de auténticos desalmados y criminales con placa y uniforme, soportados por un ministerio del interior intolerante y represor. Y Rubalcaba nos parecía siniestro.
Nada podemos esperar de éste gobierno, constituído por corruptos e ineptos, por arribistas sin otra formación que el robo, más que represión y sustracción de los más elementales derechos civiles. Ya han empezado por continuar los recortes del anterior gobierno, tanto o más corrupto e inepto, y han seguido con una reforma laboral cocinada al vapor. Están ahora con la supresión de libertades de asociación y manifestación, atacando a uno de los pilares fundamentales de toda sociedad: La educación. Representada ésta por los estudiantes y profesores.
Han desatado la guerra entre la razón y la fuerza, entre la educación y la barbarie, entre los libros y las porras. No hay que olvidar la quema de libros perpetrada por otro fascista de infame recuerdo en Alemania y Europa. ¿A qué esperamos para defender lo que nos ha costado tanto conseguir? El espisodio valenciano, no es más que el inicio de lo que nos espera, una regresión a las prácticas dictatoriales y el oscurantismo social. ¿Es qué vamos a quedarnos de brazos cruzados?
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