¿CÓMO HEMOS PASADO DE CRISTO A RATZINGER?
Al mirar ambas imágenes, al compararlas y analizarlas detenidamente, parece increíble que las dos indiquen un mismo significado. Algo más de dos mil años las separan y sin embargo, más allá de la evidente lejanía cronológica, también es muy claro que hay un abismo moral y emocional entre los dos personajes. Mientras el primero, Cristo, Jesús o Jesucristo, como querámos llamarlo, encarna todo lo bueno, lo humanamente puro y solidario, el segundo personaje es la personificación de la maldad, lo inhumano y la codicia. Ambos visten túnicas y ropajes largos, pero mientras el de Cristo es de lana basta, el de Ratzinger es de paño fino y bordados de oro. Los dos sujetan un bastón, símbolo cristiano del pastor de hombres, pero el de Cristo es de sencilla madera de olivo y el de Ratzinger es de oro, cuajado de piedras preciosas. Mientras Cristo se cubre con la capucha de la túnica, Ratzinger lo hace con una mitra enjoyada, al más puro estilo de cualquier tirano emperador del medioevo.
Pero las diferencias más grandes, no son las evidentes muestras externas de la materialización y acumulamiento de riquezas que ostenta el obispo de Roma, sino la larga cadena de injusticias y crímenes que jalonan la Historia del "papado" como heredero de la fe cristiana. Si en las primeras décadas posteriores a la muerte de Jesucristo, la conducta de los apóstoles, de Pedro en particular, fue la que se espera de una religión fundada sobre la base de un hermanamiento de los seres humanos, las etapas posteriores al fallecimiento de San Pedro, primer pontífice de la nueva religión, nos muestran la corrupción e inmoralidad que se apoderaron de la misma.
Tras el derrumbamiento del Imperio Romano de Occidente, corroído y desgastado entre otras cosas por los jerifaltes de la iglesia cristiana, fue ésa misma iglesia la que se erigió sobre los restos del imperio y se aupó hacia las cotas del poder casi absoluto en Europa. Olvidándose de la doctrina de Cristo, la iglesia instauró su propio dogma, alejado totalmente de los inicios del cristianismo, persiguiendo y destruyendo a todo aquel que se resistiera, acusándoles de "herejes" y falsarios, perpetrando aunténticas matanzas entre seres humanos inocentes y quedándose con los bienes de las víctimas. Todo en el nombre sacrosanto de Dios. Aliada con el poder tiránico de reyes y príncipes, la iglesia incitó a la sumisión y la obediencia de las personas, a cambio de participar en los lucrativos negocios que esquilmaban y empobrecían a pueblos y países enteros, justificando los actos criminales de sátrapas y emperadores y absolviéndoles de todo pecado.
Éstas conductas perversas e inhumanas, no han cambiado con el paso de las centurias, antes bien, se han acentuado y acrecentado. Imposible olvidar los crímenes de la familia Borja(Borgia), dónde el Papa repartía alegremente los títulos de "príncipes de la iglesia", entre sus hijos, parientes y demás lameculos de pro. Algo a lo aspira el cardenal Rouco Varela, que tiene pretensiones de "papable". Tampoco se olvidan los atroces crímenes cometidos por la Inquisición, que tenía de todo, menos de Santa, y que cubrió de sangre y oscurantismo a medio mundo, repartiéndose el botín con sus católicas majestades y demás parásitos de la "nobleza". Y podría seguir con los casos de abusos, ya en la era moderna, de clérigos y curas contra niños indefensos, contra madres a cuyos hijos secuestraron, de criminales a quienes ayudaron a escapar de su justo castigo, como a los nazis paisanos de Ratzinger.
Todo es un GRAN NEGOCIO, donde los perdones y los indultos, se consiguen a base de privilegios y dádivas, donde el político mete la mano y la iglesia se apunta a sacar tajada, como en la casilla del IRPF o las inmatriculaciones de bienes que no les pertenecen. Donde Franco paseaba sus miserias bajo palio, acompañado por la recua de obispos que le hacían la pelota para seguir trincando. Donde el Papa Wojtyla predicaba que el uso del condón es pecado mortal, condenando a cientos de miles de fieles africanos a la muerte por el SIDA, pero al mismo tiempo el Vaticano invierte miles de millones en empresas que los fabrican y en otras más que fabrican armas, las que venden después a ésos mismos africanos. Donde la iglesia cobra millones al año, por las entradas a sitios turísticos que no les pertenecen, como la Alhambra y solamente contribuyen con un paupérrimo 3% a la financiación de Cáritas. Ésa es la iglesia del dimitido Ratzinger, que seguramente ya está harto de comerse los marrones y prefiere un retiro dorado en alguna villa romana, a todo lujo y con dos nuevos mayordomos que le hagan la camita. En Marzo, antes de que empiece la semana santa, ya debe haber otro mitrado que conduzca al rebaño de borregos para que el chiringuito siga abierto, por lo que muchos ya se frotan las pezuñas para ver quien resulta electo y puedan decir al fin "habemus papa".
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