miércoles, 6 de febrero de 2013

HABLANDO SIN EUFEMISMOS

UNA ACTIVISTA DIFERENTE
 
     La activista contra los desahucios y dirigente de la asociación de afectados por las hipotecas, Ada Colau, ha protagonizado uno de los debates más interesantes y vibrantes que se recuerden en el Congreso. Con una valentía rayana en lo indómito, respondió a las aseveraciones del representante de la banca, en el sentido de que las leyes hipotecarias españolas son "ejemplares" y que funcionan muy bien, con un rotundo rechazo, llamandolo directamente criminal por apoyar dichas leyes. Para soportar sus argumentos, recordó a los asistentes al pleno de control del Congreso, que han sido los banqueros y el sistema financiero y político que los protege, quienes han ocasionado la debacle económica que nos agobia. Y que muchas personas han padecido las amenazas, las estafas y engaños de la banca y que incluso, han orillado a algunas de ellas a quitarse la vida.
 
     Ni siquiera la reconvención del presidente de la mesa, en el sentido de que retirase el epíteto de criminal, por considerarlo ofensivo y degradante, pudo convencer a la activista a retractarse de su aseveración. Ada Colau, hizo gala de un lenguaje llano, honesto, sin disfraces ni zalamerías, a las que tan aficionados son nuestros políticos, que ante la evidente veracidad de sus palabras, no tuvieron más remedio que tragarse su soberbia y terminar de escuchar las palabras de la activista. La decadencia de la clase política, inepta y corrupta, ha desembocado en una susceptibilidad extrema, donde cualquier palabra "subida de tono", debe ser camuflada con algún eufemismo que resulte más agradable de escuchar y que, obviamente, suavice la rotundidad de la palabra original.
 
     La desverguenza de los políticos, a quienes ni siquiera podemos elegir por llegar al cargo mediante listas cerradas y puestos a dedo por los líderes de los partidos, es superlativa. El hecho de que no se puedan decir las palabras que en español definen claramente una actitud, una conducta o una forma de ser, por no ser "políticamente correcta", es de una estupidez supina y claramente tendenciosa, para que la gente común y normal, que no domina la verborrea típica del político, no pueda debatir en igualdad de condiciones con los profesionales de la mentira y la estafa.
 
     Más personas como Ada Colau, valiente y decidida, son quienes deberían estar sentadas en el Congreso, defendiendo los intereses de los ciudadanos y no la panda de parásitos ineptos y corruptos, que ahora ocupan esos escaños en la denominada Casa del Pueblo.
 
     
 

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