EL COLAPSO EUROPEO
Los continuos ataques de las agencias de calificación o mejor dicho de descalificación, contra las economías de los países más débiles de la UE, véase Grecia, Portugal, Irlanda y España, han conducido a una nefasta crisis de desconfianza en la recuperación económica de dichos estados y esto lógicamente, se traduce en mayores pérdidas en la calidad de vida, debido a los continuos y exagerados recortes sociales impuestos desde los mercados internacionales y la cúpula de la UE, liderada por Alemania y Francia.
Pero lo más increíble de ésta historieta, es que las mismas agencias que califican, sabe dios en base a que datos, a las economías antes citadas, son las mismas que se benefician de sus mismos informes y se dedican alegremente a comprar deuda soberana con un elevado interés, de hasta un 7 y 8 por ciento más de lo que sería normal. Eso traducido en dinero, son cientos de millones de euros de beneficio limpio que va directamente de los bolsillos de los ciudadanos, vía impuestos, a engordar sus cuentas en Suiza y Luxemburgo.
Para decirlo sin ambages, es un atraco sin precedentes y con todas las agravantes. La especulación y la rumorología, se han convertido en las herramientas financieras que mayores beneficios han aportado a los grupos que manejan los mercados internacionales y las agencias de calificación. Los primeros ponen el dinero y llevan sus capitales y las segundas difunden rumores sobre la capacidad de pago de tal o cual país, con la finalidad de causar pánico y que los gobiernos, bien amaestrados y obedientes, rebajen las pretensiones sobre las posibilidades de sus deudas. Así, los primeros compran a precio de saldo y las segundas cobran jugosas comisiones por el “chivatazo”.
Estas y otras actuaciones, son avaladas por los organismos financieros tales como el banco central europeo, el FMI y los bancos centrales nacionales, los cuales no tienen ningún reparo en firmar cuantas recomendaciones vengan de las agencias, Moody´s y Standard´s & Poors principalmente, y sugerir a sus gobiernos obedecer “por las buenas”, ante la amenaza de consecuencias peores. Para que luego digan que los rumores no surten efectos.
Ante éstas salvajes y desleales prácticas financieras, no debe extrañarnos que Grecia se encuentre al borde del colapso, pues entre la nefasta gestión de Papandreu que se afana con enroques imposibles y los bulos que le envían desde los mercados, la economía helena tardará por lo menos una década en recuperarse. España también es víctima de los mismos ataques y con el mismo fin, sangrar a los contribuyentes y a la sociedad en general, hasta chuparles hasta la médula si es posible.
Por el momento, han conseguido que se rebaje la expectativa sobre la deuda soberana y le han ganado algunos puntos que se traducirán en millones de ganancias, libres de polvo y paja. Mientras tanto, Rajoy pide elecciones anticipadas, las autonomías siguen endeudándose hasta las cejas y los gobiernos locales suben impuestos, como el IBI y las basuras en Madrid, además de un sin fin de recortes más. Con semejante panorama, no sería extraño que las manifestaciones del 15M, hasta ahora bastante comedidas, deriven en algo más sonoro, pues está claro que los políticos, lacayos del poder económico, siguen y seguirán haciendo oídos sordos al clamor ciudadano.
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